En las épocas de exámenes todos los estudiantes tratan de prepararse lo mejor posible para superar las evaluaciones. Es un tiempo de esfuerzo, de estudio, de concentración… pero también -no hay que negarlo- de nervios y estrés. Por ello, la preparación de un examen no implica sólo comprender y retener conocimientos, sino también, saber gestionar nuestras propias emociones.
En una investigación recientemente publicada, analizaron cómo el nivel de estrés de los estudiantes está relacionado con su rendimiento académico. Los resultados han puesto de manifiesto que las calificaciones que obtienen los estudiantes aparecen, en alguna medida, asociadas a la gestión que hacen de emociones que pueden aparecer durante los exámenes, como el estrés, y al grado en que se perciben como eficaces o competentes para solventar las evaluaciones.
El uso de estrategias “racionales” para gestionar el nerviosismo, la incertidumbre o el estrés, como por ejemplo, enfocarse en la solución de problemas, tratar de ver las cosas desde una perspectiva más positiva o la búsqueda de apoyo social resultaron ser beneficiosas, vinculándose a una reducción significativa en el nivel de estrés percibido por los estudiantes. Además, el afrontamiento racional apareció ligado a aumentos en los niveles de eficacia percibida de los alumnos.
En definitiva, este estudio señala la necesidad de prestar atención a los aspectos emocionales implícitos en la preparación de exámenes, derivándose de él algunos consejos para que pueden ayudar a una buena preparación psicológica ante los exámenes, y de esta forma contribuir a un mejor resultado:
Para superar una evaluación no sólo hay que conocer bien los contenidos de la asignatura, también hay que prepararse emocionalmente para hacer el examen. Como todos sabemos, un examen implica nervios, incertidumbre, estrés, miedos, etc. Un primer paso es saber que tenemos que abordar esa tarea de gestión emocional, y tomar conciencia de los pensamientos y emociones que tenemos ante el examen. En un primer momento, puede ser beneficioso el hecho de que simplemente nos hagamos más conscientes de nuestros pensamientos y emociones, sin evaluarlos, aceptando que es normal estar nerviosos o inquietos.
En la que se deben organizar adecuadamente aspectos como la planificación del tiempo y el esfuerzo, y se debe adecuar el método de estudio a las características de la prueba y de la materia que será objeto de evaluación. Todo ello incrementará la sensación de control y contribuirá a reducir el estrés.
No sólo pueden ayudar en lo que se refiere a las dudas que surgen a los alumnos con los contenidos de una asignatura, sino que también pueden proporcionarles orientaciones muy útiles sobre el método de estudio y la preparación de las pruebas.
También puede ser beneficioso buscar el apoyo de otros estudiantes que se van a enfrentar a los exámenes. Normalmente, hablar con otros sobre aquellas situaciones en las que hay una carga fuerte de incertidumbre contribuye a reducir el estrés y nos permite regular nuestra propia conducta en relación a lo que hacen los demás. Al hablar con otros estudiantes, seguramente nos demos cuenta de que nuestras emociones y pensamientos respecto de la prueba son “normales” y en muchos casos compartidos por otros, y además nos ayuda a recabar información que sirve para reducir incertidumbres…¿cómo están estudiando los demás? ¿qué aspectos de la materia creen más importantes? ¿cómo se preparan? ¿sienten también nervios?, etc. En muchos casos, los otros estudiantes actúan como “patrón de comparación” del comportamiento propio y, en base a ello, autoevaluamos si estamos afrontando bien o no la situación.
No obstante, hay que tener en cuenta que estos intercambios de opiniones con los demás estudiantes han de tener un tono constructivo, ya que el mero “desahogo” de emociones negativas no parece ayudar a gestionar bien el estrés. La “rumiación” compartida de pensamientos y emociones negativas contribuye más bien a incrementar el nivel de estrés ante el examen.
Tampoco resulta de utilidad mantener un discurso excesivamente autocrítico o culpabilizador; al contrario, “castigarse” a uno mismo también parece relacionarse con un aumento del estrés.
Un aspecto que parece relacionarse con el rendimiento en los exámenes es la percepción que el estudiante tiene sobre su propia capacidad y eficacia para solventar exitosamente las pruebas de evaluación. Los estudiantes que desarrollan una visión más positiva de su competencia para resolver exámenes tienden a obtener calificaciones más elevadas. El desarrollo de expectativas de éxito puede resultar beneficioso en este sentido.
Es muy recomendable hacer “ensayos” o “simulacros” de examen. Por una parte, ayudan a preparar el momento de la prueba, en lo que se refiere a cómo gestionar el tiempo de examen, qué estrategia de respuesta seguir, etc.; pero también, estos simulacros contribuyen a reducir la ansiedad ante los exámenes, ya que no hay nada mejor para reducir el miedo a una situación que exponerse de forma controlada a ella, como se hace en un ensayo del examen. En este sentido, también puede ser útil visualizarse a uno mismo en imaginación el día del examen, siguiendo las rutinas que se harán ese día y en el momento mismo de la prueba.
El uso de autoinstrucciones (frases con indicaciones sobre qué hacer o cómo gestionar las propias emociones el día del examen) son útiles para abordar los momentos previos al examen, aquellos en los que se está realizando la prueba, los momentos en los que aparece la ansiedad o cuando se llega a un pico de ansiedad. Pueden ser frases con instrucciones sobre qué hacer en tales situaciones, frases motivadoras y reforzantes, indicaciones para relajarse, etc.
Es importante cambiar nuestra forma de pensar sobre los exámenes. Éstos no son “evaluaciones definitivas” que puedan arrojar unas consecuencias catastróficas si la cosa sale mal. Los exámenes son simplemente un paso más en nuestro proceso de aprendizaje y de desarrollo, y ver la situación así ayuda también a reducir el estrés.
Antonio Crego
Doctor en Psicología. Profesor de Psicología en Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA.
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